
Hola de nuevo amigos/as. Diecisiete días han pasado desde mi última fugaz aparición por estos lares. Días que han estado cargados de obligaciones, exámenes, apuntes y un poquito de incertidumbre e incomprensión, para no variar. Días que me han hecho rehuir y "olvidarme" hasta de mi pequeño rinconcito de soledad y libertad. A modo de fugitivo he estado deambulando una vez más entre madrugadas de insomnio, noches de reflexiones y días con pequeñas dosis de esclavitud en mi espíritu.
El motivo de mi vuelta no ha sido otro que un hecho que me ha traído numerosos quebraderos de cabeza durante todo este tiempo que he desaparecido. Quizás porque aprecio a la persona relacionada con este pequeño incidente. Quizás porque lo que me dijo era una verdad como un templo. Quizás ambas cosas, o quizás ninguna de las dos. No es la primera vez que digo que he llegado hasta tal punto que no logro distinguir una cosa de la otra, todo se ha vuelto borroso para mis ojos.
"Muerto en vida". Buen título, peor asunto. Esas fueron las palabras que me dirigió una persona tras leer la penúltima entrada de mi blog, en la que hablaba sobre esa chica que nada más imaginármela me hace suspirar y que ni siquiera en sueños puedo recordarla. Lo que sí es extraño cuanto menos es que esa era su segunda valoración sobre lo que había leído. Me explico: nada más leer la entrada, me había agasajado sin parar y no había escatimado en elogios hacia mi última "obra". Horas más tarde, me dice que había estado reflexionando sobre lo que había escrito y me dedica estas palabras que solo causaron impresión y cierto dolor en mí. La oscuridad y el nerviosismo se apoderaron de mí, me hicieron preso y me llevaron a lugares inhóspitos en los que de mis "dedos" sólo salían palabras de odio y rabia. Cosas que no debería haber dicho.
En ese momento pensé en millones de cosas que podría hacer para maldecir al mundo y a la vida. Encerrarme en mi universo como siempre suelo hacer. Acostarme en la cama, apagar la luz y "hasta mañana señores". Pero no, no hice eso. En lugar de actuar como un derrotado, actué como un luchador y un guerrero que, más que nadie, quiere salir de esto cuanto antes. Me dediqué a tratar de reencontrarme conmigo mismo. Aquel que dejé atrás. Se me olvidó dejar las migajas de pan en el camino por si algún día hube de volver. Este es el día y tengo que volver sobre mis pasos sin saber en qué punto estoy. "Nobody said it was easy" (gracias Coldplay). Aunque no lo crean, todo estos días atrás le he dedicado un poco de mi tiempo a esas tres palabras. "Muerto en vida".
Y no solamente eso, la conclusión que esa persona sacó de mis palabras fue que yo nada más quería conseguir a una chica que me hiciera de paracaídas, una chica que me tendiera la mano para levantarme en mis continuas caídas y que me pusiera el hombro para llorar. Un interesado, hablando en plata. Sin duda esa no era la intención de mis esperanzadores tecleos. El único fin que perseguía era entregarme en vida a alguien que posiblemente no exista, de forma desinteresada. Lo único que la gente espera en estos casos es que le correspondan. ¿Dónde está el interés? ¿No será, por casualidad, que esa persona ha opinado sin haber sentido en sus propias carnes lo que dicen mis párrafos? Como yo no hablo sin saber, esa persona sabrá. No soy rencoroso.
En todos estos días he llegado a pasar de una cobarde rendición a una valiente resurrección. He llegado a buscar imágenes con un cartelito de "cerrado por vacaciones" en la que sería mi última entrada, legando mis ratos de libertad a una libreta y a un bolígrafo a los que tarde o temprano se les gastarían las hojas o la tinta. Pero no, no quiero que esto acabe tan pronto. Seguiré escribiendo mientras le queden teclas a mi lápiz informático y mientras me queden motivos para hacerlo. "Resucita matando", me dijo. Yo he optado por resucitar escribiendo.
De ahora en adelante tengo un largo verano para dedicarme a mí mismo en el que trataré que mi única preocupación sea tener el suficiente dinero en la cartera para pagar una guagua que me regale unas cuantas puestas de sol, el sonido de la brisa moviendo mis folios y las cálidas caricias de la arena en mi cuerpo. Puestas de sol cuyo resplandor no dejen en mí un triste sabor a que el día se acaba, sino una alegría porque ya queda menos para que empiece otro nuevo. Allí estaré yo. Volviendo sobre mis pasos.





